Hay 9 mil madres en duelo porque les mataron a sus hijos en Chihuahua.
Más de nueve
mil madres en Ciudad Juárez se encuentran actualmente en duelo como
consecuencia de la crisis de violencia que les arrebató a uno o más de sus
hijos en los últimos cuatro años, de acuerdo con estadísticas de organismos de
ayuda locales.
Y la mayoría
de esas mujeres no ha recibido atención psicológica integral que las rescate
del proceso de pérdida cercana, advirtió la Asociación Civil Centro Familiar de
Integración y Crecimiento (CEFIC).
En Juárez se
cuentan ya más de 10 mil muertos desde el inicio de la ola de violencia y
homicidios, que además atrajo delitos como secuestro, extorsión, asalto y
“carjacking”.
“Si son más
de 10 mil las personas que han fallecido en la ciudad de una manera violenta,
de menos debe haber nueve mil madres que no han podido atender su pérdida. A
los talleres de duelo que organizaciones civiles e instituciones públicas
convocan han acudido alrededor de cuatro mil personas para atenderse, pero no
todas son madres: unos son padres, otros hermanos y muchas son viudas”, detalló
Silvia Aguirre Lomelí, directora de CEFIC.
La
agrupación basó sus cifras en la estadística de muertes violentas desde 2008,
según el seguimiento periodístico de casos y el cruce de los comunicados de la
anterior Procuraduría y la actual Fiscalía General del Estado, datos que fueron
publicados por El Diario en su edición del martes.
Aguirre
Lomelí indicó que estas mujeres en Juárez se encuentran devastadas, perdieron
el sentido de sus vidas, la seguridad en sí mismas, están muy lastimadas, y de
manera especial tienen un rompimiento con la sociedad y con la relación con
otras personas.
“De ser
vecinas e integrantes o protagonistas de una comunidad, de pronto pueden ser el
enemigo en cualquier momento ... se cuestionan qué caso tiene seguir con vida,
seguir luchando”, describió.
Expuso que
la atención pública en los procesos de duelo es insuficiente porque son muchas
las mujeres que requieren apoyo psicológico y emocional.
“Por eso
creamos el Programa Renacer, enfocado directamente a la atención emocional de
los padres y de las madres que han perdido a un hijo. Por eso hemos tratado de
llegar al mayor número posible de mujeres a través de las iglesias, escuelas e
incluso clínicas del Instituto Mexicano del Seguro Social, para ayudar a todas
las madres posibles, pero necesitamos que la gente se informe más de los
programas de atención tanatológica”, señaló.
Ivonne
Miranda Andreu, tanatóloga y coordinadora de Renacer, explicó que este programa
se enfoca en atender la pérdida de un hijo, “porque perder a un hijo es tan
complicado que ni siquiera hay un término para sustantivarlo como viudo o
huérfano. Estamos preparados para morir primero y que sean nuestros hijos
quienes nos entierren, no al revés, esa es nuestra idiosincrasia”, detalló.
Explicó que
en el caso de que el hijo fallecido sea una persona vinculada a un hecho
delictivo, la madre tiene qué cargar además con el morbo de la gente. “Es ahí
cuando la mujer reacciona en forma agresiva, cuestiona qué le importa a la
gente a qué se dedicaba, o si se lo merecía o no, y entonces exalta que a final
de cuentas, malandro o no, era su hijo y duele igual. Pero eso la gente no lo
comprende y la mujer recibe más peso en el duelo, lo que provoca molestia
porque se habla de una persona que ya no está. Este cúmulo de sentimientos es
el que se debe de tratar ante todo, porque de lo contrario se acumula el
rencor”, puntualizó.
Delia
Carrasco Núñez, tanatóloga y también coordinadora del grupo Renacer, explicó
que la mujer tiene que pasar por el proceso doloroso de la pérdida hasta
iniciar la búsqueda de ayuda psicológica, y es ahí cuando se percata que no
está sola y que puede entenderse, porque las madres que pierden hijos se
sienten incomprendidas ante un dolor profundo, muy grande.
“En los
grupos de ayuda se entienden porque lo han vivido. Hablan, se quitan las
culpas, se trabaja en sus emociones, porque afuera la gente no quiere tocar el
tema de la muerte de sus hijos, les dan la vuelta, y aquí la persona puede
hablar mil veces del caso, es su espacio, no hay censura. Un día se cansará de
hablarlo y será el momento para cambiar la página de su vida tras la aceptación
de la pérdida”, agregó.
Empero, la
especialista advirtió que no hay un tiempo límite para superar la pérdida de un
hijo, pues el duelo es personal, está relacionado con la actitud que se asume,
con las creencias religiosas, aunque estimó que una mujer en promedio puede
recuperarse de la muerte de un hijo hasta en dos años.
“Tras la
ayuda tanatológica se termina un ciclo de atención, pero debe continuarse con
la contención para seguir hablando de sus hijos, cuando estaban en vida, o de
lo que provocó su muerte. Eso es sano en el total de los casos, y si en dos
años si no se llega a la aceptación total, al menos se llega a una postura
diferente bajo una terapia psicológica contínua”, subrayó.
Separación
y menopausia
Las
especialistas en tanatología coincidieron en que hay una problemática adicional
durante la pérdida de un hijo: el 70 por ciento de los matrimonios termina en
divorcio por la falta de comunicación, pues la mujer se siente incomprendida,
no se siente acompañada en la pérdida, se aísla y comienza a repartir culpas
con su cónyuge.
En el
proceso de una muerte violenta, la mujer además de perder al hijo, pierde al
esposo. Hay una doble pérdida, una directa y otra implícita en la mayoría de
los casos, y a esta pérdida se agrega el factor hormonal, pues las mujeres que
han perdido un hijo joven, entre los 15 y 35 años de edad, están en un proceso
menopáusico que complica su estado emocional.
“La pérdida
del marido se da porque creen sentir el duelo de una manera diferente.
Cuestionan por qué al esposo no le importa que se murió su hijo, y a su vez el
marido cuestiona a la mujer que no lo educó, no lo regañó. Hay culpas que no se
hablan, que no se dicen, pues las mujeres pretendemos que nos adivinen el pensamiento
y es ahí cuando truena la relación marital, pues un duelo abre un baúl de tu
vida y salen rencores y corajes que hacen más vulnerable a la mujer”, concluyó
Carrasco Núñez.